11 noviembre 2011

el hecho de casi perder tus palabras en papel hizo crecer en mi una necesidad. ningún techo podría en ese momento detenerme. llegué al andén, madre del transito, cruce de caminos. me mordí la lengua, me hice un poco más valiente y me quede con la “a” de un nombre masculino. otro andén. me subí al quinto “a”, tenía que despedirme de ese balcón… y otra “a”, cuarto “a”, pero cerrada… ¿sería tarde o temprano? quién sabe… quedaba andar, por la orillita. andar hablando en voz alta, andar expandiendome en el aire, andar en manos de otros, andar en miradas de quién mira mientras. me anuncié, no me sorprende, poca respuesta y mucha casualidad. “¿qué haces tú aquí?” corazón latoso de la mano de una idea terca. y dije lo último que no dije.

en casa me di cuenta de que en algún momento del viaje, o quizás ya de regreso, había perdido tus palabras. claro, habían pasado a ocupar otro lugar…

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