22 abril 2014


Mi resumen de Museo Anatómico de Luna Miguel.

No sabemos a qué suena el aire porque necesitamos motor para sobrevivirlo.

Hay tantos lugares en los que crecer.

Creo ciegamente en el color negro,
en el modo en que su hambre abraza
nuestros despojos.

Nos obligaron a nombrar los planetas. A
señalarlos de memoria en el esquema
ondulado del sistema solar. Sabíamos
planetas y sabíamos órganos. Una vez nos
olvidamos de Júpiter. Otra vez no
olvidamos del Páncreas.

¿Has vitso? Está llorando el perro del
vecino y a nadie le preocupa.
¿Te has dado cuenta? En este capítulo el
Pato Donald come pavo por Navidad y a
nadie le espanta.

No quiero ser natural, no quiero la
naturaleza en mi porque todo es
naturalmente vulgar en estos huesos.

Lo correcto será mi
decisión. Lo incorrecto: una forma de vida.

La mascota soy yo. La mascota se saca de
paseo a sí misma
en un acto de tranquila rebeldía.

No sé si
sabes que los hombres desprecian lo
viviente atreviéndose a adorar iconos
invisibles.

Todos elegimos la destrucción.
Elegir es destruir la otra posibilidad.

Tu abuelo murió y le cosieron la boca para
que no soltara pus, para que no soltara moscas,
para que nadie viera su obscena cara de placer: que
solo los locos muertos gozan así...

Busco muerte y encuentro poesía.

Busco sexo y encuentro muerte.

Desteté al nacer.
Odié durante toda mi infancia.
A la edad de quince años,
empecé a hacer el amor.

Tengo todos los síntomas, sueño todas las enfermedades.

(Por eso me duele, ¿sabes? Por eso me duele la sangre: porque está fuera. Y dentro no duele y fuera mata. Y dentro no daña y fuera asusta. Qué intensa la sangre. Qué peligrosa. Por eso me duele, ¿entiendes? ¿Lo entiendes?)

(Por eso me ahogo. Por eso no entiendo el amor. Por eso no caigo enferma. Por eso sólo enfermo. ¿Sabes? Sólo enfermo.)

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